con aquella locura armoniosa de antaño?
Ésos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.
Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa,
cuando empecé a crecer, un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán mover mi corazón!
De otoño (Rubén Darío)
Hacia ya una semana que comenzó el campamento, y la vieja granja avícola reconvertida en escuela taller, ya no escondía ningún secreto para los dos; juntos habían recorrido todos los escondrijos de lugar. Ayer mismo por la noche, Iván, desde el cuarto de las escobas, se las pergeño para colarse en el dormitorio de las chicas, y así poder pasar toda la noche junto a Ruth... Ahora mientras Valeria, una de las monitoras, leía un poema de Rubén de Darío, para que los alumnos lo interpretasen, y luego plasmaran en un lienzo lo que les evocaba el poema. Ivan, sentado delante de uno de los caballetes que había junto a la puerta del fondo, no conseguía prestar atención, solo tenía sentidos para Ruth, la niña de delante. Cada vez que levantaba la vista, y la veía , sentía como toda la sangre de los brazos, del pecho, y hasta de las orejas, fluía alocada hacia otro lugar de su cuerpo. Esta noche, va a ser Ruth la que escapará del dormitorio para ir a buscarlo a él, y los dos, anudados bajo las estrellas, piensan desafiar, juntos a la madrugada.
Las fotografías de esta entrada fueron realizadas y editadas en el otoño de 2009 y pertenecen las dos, a la serie "Valsaín". El paisaje, ha sido entelado en lienzo y retocado utilizando colores al oleo, a lo largo del verano de 2019.
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