DIARIO DE TAL Y QUE SE YO...



Ese que escribe hoy se ha levantado pensativo:
En el Colegio Nacional Mixto Fernando el Católico en los años 80, no se adoctrinaba a los niños, nada parecido... Los niños y las niñas, descubrían su sexualidad intercambiando papelitos con las niñas del Colegio España. Comentando la amputación del miembro del Torete o la violación de la hija del comisario. Yo mismo, descubrí la pornografía junto con los niños buenos de la Legión de María, en la cripta de la Parroquia del Santísimo Cristo de la Victoria, de aquella victoria no de la que habla el Evangelio. Allí y entre varios buenos chicos de los que no consigo recordar sus nombres, descubrí, al volver a casa, después de la catequesis, que aquella cosa servia tambien para pasar un buen rato. En el Cole se me dijo  que haciendo aquello, me iba a quedar ciego, que jamás podría dejar a una chica embarazada; y hitler, junto con Napoleón eran  los dos grandes personajes de la historia; que el aborto era un crimen atroz, y que celebrar la constitución en lugar de la Inmaculada Concepción de María, era casi un sacrilegio. En fin... Que pasados los años me alegro de haber sido tan mal estudiante en la básica.  


MOVIDA SIN PROMO...



Ese que escribe mal, y aun así lo sigue intentando, es amigo de echar la vista atrás para mirar  cuantos agujeros quedan la valla de su jardín, o el camino andado, que viene a ser la misma cosa. Más, en tardes lluviosas como la de hoy,   el recuerdo  termina siempre dominandolo todo, y él, que le va hacer si tiene viva la memoria...


Como pasa el tiempo. Ni corta ni perezosa Lali sentada en el borde de la cama descorría la cremallera de la vieja bolsa Adidas. De todo lo allí encerrado, dio con el neceser de guatiné estampado con dibujos de cachemir. Liberó el broche para encontrar en el bolso: maquillajes con olor a talco viejo, agresivas barras de carmín, un frasquito de Farala y hasta una pastilla de jabón que parecía un rosetón gótico. Todo ese arsenal dibujó en su cara una sonrisa entre fascinada e incrédula, que venia a decir: ¿y yo me he atrevido a ponerme todo esto? 
Cerró el neceser y con delicadeza, lo depositó en la cama junto a ella; para seguir su prospección en aquella bolsa que parecida esperar en el suelo, entre sus piernas. Viejas blusas, unos vaqueros, en los que resultaría imposible embutir una sola pierna, llamativos tops, y el conjunto aquel, de  minifalda tableada, amarillo limón que hizo babear  a unos cuantos; y, en el fondo de la bolsa estaban las botas de charol amarillo...  


Todo aquel ajuar extendido, ahora, sobre la cama; la trajo recuerdos que por momentos eran alegres y tristes, sórdidos y esplendidos; recuerdos, que en conjunto la llevaron hasta la imagen de Nati que fuera junto con ella camarera en el Pub Tristana, donde anduvo trabajando por aquellos años.
Nati y Lali,  cada noche, al cerrar Tristana, se alejaban juntas caminado; unas veces riendo, otras,  las menos, en silencio, pero siempre juntas las dos. En la esquina de la calle, antes de despedirse hasta el día siguiente, se paraban a conversar, las dos fumaban un cigarrillo y se despedían.  Así estuvieron tres años, Tres trepidantes años de movida... Luego, un verano Lali, dejo el Pub Tristana para seguir otro camino. A Nati, no la volvió a ver más, aunque muchas veces echó de menos aquellos pasos de madrugada,  el resonar firme en la acera de los tacones... Un día, ya, cuando trabajaba en la perfumería, en la Estación de Atocha, Lali creyó verla, supo que era Nati, la mujer que en aquellos pasillos, muy deteriorada, hinchada como un globo, caminaba arrastrando sus, seguro,  que deteriorados pies... Fue el indeseable epílogo de aquellos años locos.


Las fotografías de esta entrada pertenecen a las series "Gran Vía", "Madrid" y "Ferrocarriles"y han sido realizadas en distintos años y en estaciones distintas.

 


DIARIO DE TAL Y QUE SE YO...

"Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy  como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde" (Juan 14, 27)"




No existe en el mundo mayor alarido de invocación a la paz que el grito de una madre... Y este que escribe mal no sabe gritar,  quizas por eso escribe mal; quien sabe... Y, aunque como aspirante a hombre que es, ÉL SOLO PUEDA CREER  FIRMEMENTE EN LOS MILAGROS. 


DIARIO DE TAL Y QUE SE YO....



Aquel  día de enero por la tarde en el colegio Luther King no tuvimos clase, no sabia que había pasado toda aquella semana; pero mi padre llegaba todos los días más tarde de lo normal, mi madre llamó tres veces a casa de mi Tío Fernando, y, todos los días a casa de la Tía Pilar... Que se despedía siempre  diciendo: "Si ves más militares de lo normal, coges a los niños  y en un taxi os venis para aca corriendo..." (entonces vivíamos en Campamento). Y a pesar de que aquel día había muchos mas militares por la calle, y la carretera de Televisión, que otros días, incluso más que el dia que se murio el generalísimo... De que la voz de mi tía Pilar al parecer se quebró dos veces mientras hablaba con mi madre; a pesar de que el tío Fernando no pidió que me pusiera al teléfono, como cada vez que llamaba; a pesar de que mi padre volvió muy temprano de trabajar, para irse enseguida, sin decir a donde iba y sin querer llevarme; a pesar de que en el Seiscientos iban cuatro señores, a los que yo no había visto nunca antes; A pesar de  que en los jerseys y en las zamarras llevaran pegatinas rojas y blancas con letras que eran ces y oes... A pesar de todo aquello, NO PASÓ NADA MÁS QUE LO QUE TENIA QUE PASAR; y este que escribe, hoy, sigue llevando el mismo reloj que aquel día llevaba su padre...


Una rosa...