DIARIO DE TAL Y QUE SE YO... XII



Hoy, y ayer, me he acordado mucho de las casitas de madera; aquellas mini estanterías que con restos de listones de madera de samba hacia mi padre, y mi madre llenaba con figurillas de escayola que compraba y ella misma pintaba, o de figurillas hechas con arcilla escolar. Unas casitas de listones de madera que en 1976, la imaginación de un niño que soñaba con ser mayor, convertía en extravagantes comunidades de vecinos: Así tres monjas con habito azul haciendo un extraño coro, ocupaban la buhardilla. En el bajo, junto al portal, un queso, un jamón, un pan junto a una jarra de vino, convivian con los vecinos del otro lado del "inmueble": Una cafetera, y la eterna campanilla de mi camión de bomberos, el camión de bomberos, que todo niño que haya podido serlo ha jugado y jugará siempre. No sé, y la verdad, en estos días no hago nada más que pensar y perderme en los recodos y covachuelas de mi memoria, y cuando salgo siempre salgo con la misma duda: Ahora que tengo casi medio siglo de vida: ¿Habré sido consecuente, y viviré con la dignidad que merece aquella infancia tan mía?

Una Rosa...


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