Una pareja que camina de la mano, un sábado por la tarde, por una pequeña ciudad de provincias; a primera vista, y a mis ojos, evoca, no más cosa, que la recreación de una manida estampa; de un costumbrismo, que aun ahora, cuando pretendidamente lo han resucitado, pasó sin ser. Luego, al mirar la estampa con una mirada más larga, uno se da cuenta, de que esa bonita estampa solo es una cínica pose; aderezada con mucho snobismo y bastante fariseísmo. Y es que este que escribe, no puede concebirse como sujeto en una de esas hipócritas escenas; simplemente porque el tiene la necesidad de ahogarse en la garganta de la otra persona. De desafiar a la madrugada formando nudos de piel y carne, porque él necesita sentir y no ver nada más alrededor de quien le mira concupiscente a los ojos y le invita a navegar en los suyos.
Una rosa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario