A ese que escribe mal y aun así lo sigue haciendo, le gusta pasear las ciudades en las tardes de otoño. Ayer, en su paseo, se cruzó con dos jovencitas que de la mano, muy acarameladas la una en la otra, caminaban delante de él; cosa, que que a ese que escribe mal, le da exactamente lo mismo. Lo único realmente le importa a el es que el personal se quiera y lo demuestre. Las pollitas al darse cuenta de su indiferencia, y quizás, por que el es casi un cincuentón con pinta de clásico, comenzaron a exagerar y a impostar sus románticos gestos; cosa que a él, si que puede llegar a sacarle de sus casillas, pensando como tantas veces ha hecho: "Si esto es lo más transgresor que sois capaces de hacer, mi sitio está en el mismo geriátrico donde descansa Led Zeppelin".
Finalizado el paseo, como casi siempre hace, ese que escribe mal y aun así sigue escribiendo, se sentó en una terraza a degustar el final de la tarde y un vino. Curiosa casualidad, fue encontrarse con las mismas pollitas que en la mesa de al lado se hacían confidencias la una a la otra. Si es que Xuan no hace más que mirarme el móvil -decía una casi llorando -Ya sabes que Xuan es un poquito celoso -contestó la otra pollita. Y ese que escribe mal, en ese momento si que se quedó totalmente turbado.
Una Rosa...