A ese que pretende describir lo que ve y lo que siente, se le ha estropeado el ojo mecánico; y como las letras las junta con poca gracia y menos técnica, se ha quedado sin manera de contar lo que siente.
Él, quería hablar de la vergüenza, la indignación, y el asco que siente cuando le hablan del dineral que se mueve alrededor de los Mamarrachinha, Tontoyeski, o Chorralai. esos niños pera de barrio más o menos bajo, que se ganan la vida a fuerza de dar patadas a una pelota de cuero. Y la tarea se la encomendó a Pasavemira y a Olipen, que pergeñaron toda una historia cargada de estampas más o menos simbólicas, más o menos cargadas de sentimiento. El ojo de uno, y el lápiz del otro, fallaron dejando al que escribe sin poder contar acontecido alguno, con lo que se sentó a pensar...
Para salir del apuro, ese, se ha acordado de Ruth, la niña que Ivánn conoció durante el verano. Y como si fuera el guión de un culebrón, había traído a la niña a pasar un fin de Semana con Iván y su madre; de modo que la anécdota comenzaba a plantearse mas o menos así:
Los días se van acortando, la luz se vuelve más pesada, más dura, y la actividad en pieza a marcar las vidas de todos...
Pero esto ya es otra historia que en cuanto puedan contaran sus protagonistas...
(las fotografías de esta entrada pertenecen a la serie "Delirios" y han sido reeditadas a finales del verano de 2017)