GEORGE C. SCOT, LA PLAYA DEL WHISKY, Y UN PUEBLO DE SEGOVIA.

Castilla, el mundo al que por todas partes puede irse.
Camilo José Cela


Andando un retal de país al modo Celiano...

Las mañanas son para discurrirlas a pie, ligeros, con la impedimenta justa y el animo bien abultado. Cuando mella el calor, refrescarse y aliviar la sed en una fuente de buena y fresca agua, y cuando agobia el medio día, descansar bajo una encina. 


Pasavemira y Olipen son fieles seguidores de esta regla; y cuando salen no suelen portar más perrechines que un ojo mecánico, un cuaderno escolar con dos lapiceros; y, el animo siempre dispuesto.


Ni media legua llevaban andada cuando se toparon con el cerro Matabueyes, aviso a viajeros y a paisanos, del final de los paramos y del paisaje agreste de la Vieja Castilla. Justo antes de comenzar el serpenteante camino, en una enorme explanada, que bien pudiera haber sido un castrum romano. O un palenque donde celebrar justas y torneos medievales. O un campo de batalla, en una guerra moderna. De escenario para todos estos menesteres pudo haber servido el solar, y sirvió, gracias a la ciencia cinematografía.
Justo en el centro de la explanada, como un hito, vayan ustedes a saber de que, se haya un cristo en su cruz, bien ponderado, desafiante ante las montañas, los caminos, y el valle, que según dicen, avisa que se está en tierra de cristianos.


Un hombre viejo, enjuto y ajado; hecho como de trozos de madera mal encolados, andaba a cabezazos con lo más divino de la cruz.
-¡Va usted a hacerse daño! -inquirió Pasavemira casi con estupor.-O me doy de golpes contra el cristo o cojo la escopeta y me lio a tiros contra todos los palazolenses, que ya es sabido que son todos mala gente -contestó el viejo sin dejar las violentas rogativas.
-No hombre, alguno habrá que sea buena gente -intervino Olipen. -Quia, si le hay yo no le conozco.-Si usted lo afirma así, con esa convicción... Nosotros somos forasteros... -atajó Pasavemira, más acostumbrado a bregar en estas lides. -Verán ustedes, desde aquí hasta la Playa del Whisky, ahí al lado de la destilería, ¿saben donde les digo? - Si hombre, como no vamos a saber – afirmaron los dos. - Pues todo eso era de mi propiedad y ya ve como lo tienen.-Hombre, es el progreso – terció Olipem.- Mismamente, el día que acabó el rodaje, después de la fiesta en los jardines del palacio celebramos otra fiesta en la Playa del whisky, a la que acudieron todas las autoridades; las civiles y las militares, con que háganse una idea de lo que les digo, las autoridades militares...- aseveró el viejo muy orgulloso. -y ahora, hay que ver como está.




Quizás sea por eso, por lo de las autoridades-quiso terminar diplomático Pasavemira.

-Todo esto era una fila enorme de tanques, y ahora hay que ver como está -respondió seco el viejo.
-Bueno nosotros seguimos que hasta el pueblo aun nos queda un trecho y queremos ver los jardines antes de que se eche más el calor.
-Bueno queden con Dios, que aquí se queda George C. Scot para servirles.


George C. Scot quedó atrás siguiéndoles con la mirada: desconfiado, inquisidor, como quien quiere asegurarse de que se vaya el invasor; y ellos se encaminaron hacia los jardines del palacio. 


Las fotografías de esta entrada pertenecen a las series: "La Frontera de Dios", "La puerta de los sueños" y "Jardines" Han sido realizadas en el otoño de 2009, el verano de 2009 y la primavera de 20016.




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