TRAS LAS HUELLAS DE GERMÁN ARETA. VARIACIONES SOBRE UN SUCESO REAL.
(A Amelia Noguera, forjadora de historias)



Aquella noche Pasavemira no quería dormir. Hubiera preferido conversar, pero la velada no se mostraba propicia. Claro, que siempre estaba el teléfono, que por otro lado aterraba a Pasavemira, o bajar a buscar conversación tras una pinta de Guiness, en la barra de alguna taberna de corte irlandés. Pero esa noche, después del día sufrido, Pasavemira ni tenia ganas, ni tenia ánimos de tentar al azar. Resignándose, decidió dedicar la velada a disfrutar del cine. Cine en casa, naturalmente. La manera más cómoda, que no la mejor; de apreciar el cine. Y la elegida fue: “El Crack”.



El Crack, no es la mejor película negra de la historia del cine. Las hay mejores, sin duda; pero a Pasavemira le mostraba un Madrid que pasó, y que no volverá. ¡Tango! Un Madrid radioyente, frío, gris, melancólico y un tanto sucio. El Madrid que vio Pasavemira al crecer.



Aún no había terminado la película, cuando Pasavemira marcó el número de Olipem: Mañana vamos a ir a la Gran Vía –Pero, ¿para que? –contestó el otro. –ya lo veras –replicó Pasavemira.



Gran Vía 52, ya no era uno de aquellos sórdidos edificios de oficinas heredero de los viejos hoteles de citas que hace años poblaron la Gran Vía. En la actualidad Gran Vía 52 es un edificio judicial.



Pon... pon... Pasavemira , golpeo dos veces el manoseado cristal. Un Guardia Civil joven, con cara risueña y gesto de fastidio, acudió a la llamada: Por favor, ¿la oficina de Germán Areta? -¿Como? –Areta Investigación ¿Sabe donde se ha trasladado? -No sé, mire en el sesenta.




Este se ha vuelto loco. –pensaba Olipem mientras los dos buscaban al conserje del sesenta: Por favor, ¿sabe donde se trasladó la oficina de Germán Areta? Hace años estuvo en el cincuenta y dos. –Si, si me suena mucho... Creo que se mudó al setenta. –Muchas gracias.



Al salir del portal, Pasavemira distraído, casi sé estampana contra un Mercedes “Citaro” nuevecito de la EMT. Si hubiera sido un 6035 te hubiera arroyado. Pero, como no lo es... Cosas de la técnica – dijo sarcástico Olipem.



Pasavemira repitió la pregunta. Esta vez a una de esas mujeres ni joven ni vieja, ni rica ni pobre, que desde siempre, han habitado la Gran Vía. ¿Germán areta? –Pero oiga, ese es un personaje del cine.


Esta fantasía se corresponde con una anécdota real vivida en el invierno de 2012. Las fotografías pertenecen a las series: “Fachadas del viejo Madrid”, “Gran Vía” y el “Jardín Secreto” Han sido realizadas en los inviernos de los años 2009, 2010 y 2012.

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