DIARIO DE TAL Y QUE SE YO




Aquel once de noviembre fue sábado, estuvo diluviando todo el día; ya por la tarde en el Bernabéu,  el Real Madrid ganó cuatro cero al Athletic Club, Hugo Sánchez, celebró un gol con una de sus estrafalarias piruetas, no sé, todo normal, aburrido digo ahora. 
El hijo de Dios, y su secretario, este que escribe mal, volvían a casa: el Hijo de Dios hablaba con su impostada erudición de alguno de los temas marcados como de actualidad, el secretario, ese que escribe mal, asentia con aire aburrido, solo, cuando el otro tocaba algún tema que estimulaba el sentido romántico de las cosas que el secretario tenía, a este se le encendía  el piloto de su atención. 
Al pasar por la calle Santisima Trinidad, el secretario, sintió algo, ¿era el monaguillo? aquel que estaba intentando aparcar? no dijo nada,  y siguio haciendo que escuchaba las memeces del Hijo de Dios. Pero cuando oyó los inconfundibles pasos  de Paquillo, le dio un vuelco el corazón, algo había pasado, o estaba a punto de pasar, que seguro le iba a marcar de nuevo para muchos años.

( A todos ellos...)




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